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¿Por qué la Luna se aleja lentamente de la Tierra cada año y qué dice esto sobre el futuro de nuestro planeta?

Durante miles de millones de años, la Luna ha sido la fiel compañera de la Tierra, influyendo en las mareas, estabilizando la inclinación de nuestro planeta y dando forma a la evolución de la vida. Sin embargo, las mediciones láser precisas revelan una verdad sorprendente: cada año la Luna se aleja de la Tierra unos 3,8 centímetros. Este movimiento aparentemente insignificante es en realidad una ventana a la mecánica profunda del movimiento planetario. Los científicos han atribuido durante mucho tiempo esta deriva a la fricción de las mareas, cuando la rotación de la Tierra transfiere energía a la Luna. Sin embargo, un nuevo estudio sugiere que puede haber algo más en la historia, incluidas las primeras colisiones planetarias, la contracción interna y los cambios sutiles en el momento angular que continúan alterando nuestra relación cósmica.

¿Cómo notaron los científicos por primera vez la lenta salida de la Luna de la Tierra?

La primera evidencia precisa del retroceso gradual de la Luna apareció después de que los astronautas del Apolo 11 colocaron un retrorreflector láser en su superficie en 1969. Al reflejar los rayos láser de este dispositivo, los científicos descubrieron que la Luna se aleja varios centímetros cada año. Este descubrimiento revolucionó nuestra comprensión de la mecánica celeste. Tradicionalmente, este movimiento se ha atribuido a la interacción de las mareas, donde la rotación más rápida de la Tierra crea protuberancias oceánicas que empujan a la Luna hacia adelante, empujándola gradualmente hacia afuera.Sin embargo, el estudio, publicado en el Journal of Physical Science and Application, arroja dudas sobre la idea de que las mareas por sí solas puedan explicar este movimiento. El estudio presenta factores adicionales, como las colisiones con planetesimales progrados y la compresión del interior de la Tierra, como posibles factores en la migración hacia el exterior de la Luna. Esto sugiere que la dinámica Tierra-Luna puede ser mucho más compleja que un simple intercambio de fuerzas de marea.

¿Podrían las antiguas colisiones planetarias haber empujado a la Luna hacia afuera?

Hace unos 4.500 millones de años, cuando el sistema solar todavía era un enjambre caótico de cuerpos fundidos y escombros, la Tierra soportó frecuentes erupciones volcánicas y colisiones con asteroides más pequeños. Según el estudio, las colisiones de planetesimales progrados, cuerpos que giran en la misma dirección que la rotación de la Tierra, pueden haber alterado ligeramente la velocidad orbital de la Luna. Cada colisión aumentaría su velocidad tangencial lo suficiente como para aumentar su fuerza centrífuga, permitiendo que la Luna se aleje gradualmente de la gravedad de la Tierra.Las erupciones volcánicas también podrían lanzar escombros a la órbita terrestre, donde los fragmentos eventualmente se fusionarían con la Luna, aumentando su masa y energía. Este proceso se asemeja a un “efecto bola de nieve” en cámara lenta, en el que el material en acreción empuja suavemente a la Luna hacia afuera. Estos hallazgos reflejan los patrones orbitales observados en otros sistemas planetarios, donde las primeras interacciones de los desechos afectan la estabilidad a largo plazo y la distancia de los satélites.

¿Cómo afecta la compresión interna de la Tierra a la órbita de la Luna?

Además de las influencias externas, en la migración de la Luna juega un papel decisivo la estructura interna de la Tierra y su rotación. A medida que el núcleo fundido del planeta se enfría y endurece, su volumen se reduce, preservando su momento angular. Esta contracción reduce la inercia de la rotación de la Tierra, provocando que la velocidad de su rotación se acelere ligeramente. A medida que el planeta gira más rápido, parte de esa energía rotacional se transfiere a la órbita de la Luna, aumentando su velocidad y empujándola hacia afuera.Los datos del Instituto Nacional de Estándares y Tecnología indican cambios mensurables en la tasa de rotación de la Tierra a lo largo del tiempo consistentes con este modelo. Incluso fenómenos naturales como fuertes terremotos pueden cambiar momentáneamente el eje y la velocidad de rotación de la Tierra. Por ejemplo, el terremoto de Tohoku en Japón en 2011 desplazó el eje esférico de la Tierra unos 25 centímetros, aumentando ligeramente su rotación. Estas oscilaciones muestran cuán dinámico es realmente nuestro planeta y cómo incluso los procesos internos pueden extenderse y afectar el movimiento celeste a gran escala.

¿Marte y sus lunas siguen un patrón cósmico similar?

Si la deriva de la Luna es resultado de la compresión y rotación de los planetas, ¿podría ocurrir lo mismo en otros mundos? Marte ofrece una comparación convincente. Las dos pequeñas lunas del Planeta Rojo, Fobos y Deimos, también exhiben cambios orbitales, pero Marte carece de grandes océanos y efectos de marea significativos. Esto sugiere que la fricción de las mareas por sí sola no puede explicar la migración de satélites.Las observaciones de la NASA de los casquetes polares y los depósitos de agua subterránea de Marte abren otra posibilidad. A medida que el magma fundido debajo de la superficie de Marte se enfría al entrar en contacto con el agua intrusa, hace que el planeta se reduzca ligeramente en volumen. Esta contracción, como en la Tierra, acelera la rotación y transfiere energía a las órbitas de sus satélites. El estudio sugiere que el proceso de enfriamiento interno de Marte puede impulsar el movimiento gradual de sus lunas, reflejando la dinámica Tierra-Luna a menor escala.

¿Qué nos dice la deriva de la Luna sobre el futuro de la Tierra y más allá?

El retroceso de la Luna es más que una curiosidad; cambia sutilmente los sistemas de la Tierra a lo largo del tiempo geológico. A medida que retrocede, las fuerzas de marea se debilitan, la rotación de la Tierra se ralentiza y los días se hacen un poco más largos. Estos cambios afectan las mareas oceánicas, la dinámica atmosférica e incluso los ciclos biológicos que han evolucionado bajo la influencia del ritmo gravitacional de la Luna.Aunque la fricción de las mareas sigue siendo un factor contribuyente, nueva evidencia apunta a una interacción compleja de choques antiguos, contracción interna y transferencia de momento angular como las verdaderas fuerzas impulsoras detrás de esta deriva cósmica. Esta comprensión más amplia ayuda a los científicos a modelar no sólo la relación entre la Tierra y la Luna, sino también la evolución de otros sistemas planetarios.Cada centímetro del retroceso de la Luna cuenta una historia que se desarrolló durante miles de millones de años, un registro silencioso de cómo la energía, la gravedad y el movimiento continúan dando forma a nuestro universo. A medida que la tecnología mejora nuestras mediciones y modelos, el constante retroceso de la Luna nos recuerda que incluso las conexiones celestes más constantes nunca están realmente quietas.Leer también | Los científicos acaban de descubrir un nuevo tipo de hielo ‘XXI’ y no es como el de su congelador



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