La ONU ha llegado a un amplio acuerdo sobre el plan de Trump para Gaza. Los estadounidenses declararon que la resolución era un paso clave para asegurar la preciosa paz. Incluso los rusos, que habían presentado una resolución contraria, decidieron simplemente abstenerse.
Parece convincente sobre el papel. A favor – 13 votos, en contra – ninguno y dos se abstuvieron: Rusia y China. Pero esta no es toda la historia.
El problema es que la gente que realmente peleó no está tan contenta.
Israel está de acuerdo con la mayoría de ellos, pero insiste en que no debería haber ningún camino hacia la creación de un Estado palestino. Este deseo se incluyó en la resolución para apaciguar a algunos países que sentían que se estaba transfiriendo demasiado poder a Israel y Estados Unidos.
Pero el Primer Ministro Benjamín Netanyahu dejó claro que no permitiría que tal cosa sucediera. Y la realidad es que si Netanyahu pierde su puesto en las elecciones del próximo año, es poco probable que sea reemplazado por alguien con una perspectiva completamente diferente sobre el tema. Por lo tanto, si bien la resolución puede afirmar que existe un camino hacia una solución de dos Estados, es difícil encontrar ese camino a través de la política israelí.
Luego está Hamás, que se opone igualmente firmemente a la idea de que los extranjeros no sólo gobiernen Gaza, sino que mantengan su seguridad y asuman la responsabilidad de desarmar al propio Hamás.
Aferrándose a una pizca de optimismo
Todavía no sabemos más de lo que realmente sabemos. ¿Quién conformará esta fuerza de estabilización, qué mandato cumplirá, qué influencia tendrá la ONU, quién pagará la reconstrucción y cómo funcionará el tan promocionado Consejo de Paz -incluido el papel de Tony Blair-? ¿Cuándo y cómo se marcharán las tropas israelíes? ¿Qué pasará si el resto de rehenes muertos no son devueltos? ¿Cuándo comenzará realmente a llegar la ayuda humanitaria a la región? ¿Qué pasará realmente con Hamás? Y tantas otras preguntas. La lista se extiende hasta el mismo horizonte.
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Es fácil sentirse abrumado por todo esto, pero hay quienes se aferran a un atisbo de optimismo. La resolución fue aprobada, lo que marca la participación continua de Estados Unidos, que muchos ven como la clave para la paz.
El número de personal militar estadounidense, así como de diplomáticos y trabajadores del sector privado, que ahora están planificando activamente el futuro de Gaza llega a muchos miles. La lógica optimista es que mientras los planes estadounidenses de paz, no de guerra, la paz (por inestable, transaccional, pragmática e impredecible que sea) debe ser bienvenida.



