Pocas figuras políticas en la historia moderna de Estados Unidos han inspirado comparaciones tan duraderas como Dick Cheney y Darth Vader. Esta analogía se popularizó por primera vez durante su mandato como vicepresidente de George W. Bush. Bush cuando Cheney se convirtió en la fuerza intelectual y estratégica detrás de la política exterior estadounidense después del 11 de septiembre. Comentaristas, críticos e incluso el propio Cheney ayudaron a cimentar la imagen, que mezclaba la cultura pop con la política para reflejar la oscuridad y la autoridad que definían su personalidad pública.La comparación se mantuvo porque Cheney ejerció el poder como pocos vicepresidentes. Jugó un papel decisivo en la decisión de invadir Irak en 2003, que fue justificada por afirmaciones de armas de destrucción masiva que nunca se materializaron. Ha defendido medidas antiterroristas controvertidas, como la vigilancia sin orden judicial y las “técnicas de interrogatorio mejoradas”, que grupos de derechos humanos y muchos en el Congreso han condenado como tortura. También fue uno de los más firmes defensores de la “teoría del poder ejecutivo unitario”, que afirmaba los amplios poderes del presidente en cuestiones de seguridad nacional. Estos cargos le dieron la imagen de alguien que valora el control, el secreto y el poder por encima de la aprobación pública.
Incluso sus modales reforzaron el estereotipo. Cheney era conocido por su calma, rara vez sonreía y evitaba los aspectos performativos de la política. Rara vez buscó ser el centro de atención, pero era conocido por ser una influencia decisiva a puerta cerrada. La combinación de discreción e influencia (dominio silencioso) hizo que la analogía de Darth Vader fuera irresistible para periodistas y satíricos.Lo que hizo que la comparación perdurara fue la voluntad de Cheney de aceptarla. En una entrevista de 2004 con USA Today, bromeó: “¿Soy un genio malvado en un rincón al que nadie ve salir de su agujero? En realidad, es una buena forma de actuar”. Un año después, cuando subió al escenario en un evento político en Florida, los organizadores tocaron “Imperial March”, el tema de Darth Vader de Star Wars, como tema principal. Cheney admitió más tarde que encontraba divertida la asociación e incluso tenía una cubierta de enganche de Darth Vader en su camioneta.El apodo también reflejaba un sentimiento público más amplio. Muchos estadounidenses vieron a Cheney como el epítome de los compromisos morales de la guerra contra el terrorismo: poderoso, inteligente y firme, pero aparentemente desprovisto de compasión. El ex presidente George W. Bush, que alguna vez fue mentor de Cheney, le dijo más tarde a su biógrafo John Meacham que Cheney “construyó su propio imperio” y se volvió “muy duro y muy diferente del Dick Cheney que yo conocí”.»En este sentido, la comparación con Darth Vader se convirtió en más que una broma; se convirtió en una abreviatura de filosofía política. Cheney creía que el mundo es peligroso, que la seguridad requiere decisiones difíciles y que la historia justifica la fortaleza sobre la duda. Que uno lo viera como protector o villano dependía de la perspectiva, pero la imagen del vicepresidente de Estados Unidos como su oscuro protector persistió porque durante un tiempo pareció innegablemente cierta.



